viernes, 18 de septiembre de 2015

LUTO EN XILOMICHI

Por: Miguel Olvera Caballero


Calcahualco, Ver.- Don Bernardo avanza por inercia. Sobre la camioneta de Protección Civil esperan cinco féretros blancos y uno negro. Del hogar que forjó durante años, nada queda.

Bernardo Fuentes Martínez ya no viste la ropa que tenía cuando fue desenterrado por las manos de sus desesperados parientes, solo conserva sus huaraches. La zona es acordonada por las autoridades una vez confirmados los 6 decesos.


Los elementos de la SSP intentan evitar que los medios realicen su trabajo. Tomando en cuenta sus botas limpias y armas empuñadas, se puede adivinar que no han tocado una pala en todo el día, el trabajo duro como siempre, lo hacen los vecinos, los familiares en desgracia.

Nicolás Rivera Romero, alcalde de Calcahualco habla apresurado. Es chofer, perito, familiar, “todo el apoyo, les vamos a dar todo nuestro respaldo”, afirma antes de retirarse a toda prisa.

El alcalde sentencia “necesitamos el apoyo de las autoridades estatales, todo nuestro municipio es de riesgo”. Calcahualco con todo y la Cruzada contra el Hambre, es un pueblo de pobres, donde las casas aparecen a las faldas de los cerros, como retándolos con débiles cuartos de madera.

A un costado del camino, una mujer rompe en llanto al ver como son depositados sus familiares en la carroza. Quienes realizaron el rescate ya ni siquiera se encuentran en el lugar, conversan en grupos a la distancia lamentándose por no haber podido hacer más.

Don Bernardo avanza dándole la espalda al cerro que se tragó a sus hijos y esposa. Un familiar prácticamente lo empuja para alejarlo de ahí. El campesino apenas y mira hacia dónde camina. Se mantiene en pie de milagro.

En 3 de Mayo decenas de personas trabajan para rescatar las pocas pertenencias que aun sirven de las familias de Sebastián Ballona y Rufino Hernández. La lluvia se anuncia como un enemigo en medio de la tragedia.

En cuanto aparecen los picos y palas en manos de los elementos de la SSP, la Fuerza Civil, como por arte de magia, emprende la huida de la zona. La ropa regada por todos lados es la única prueba de que alguien vivió alguna vez al otro lado del río Cuapa.

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