domingo, 15 de septiembre de 2013

LES DAN EL ÚLTIMO ADIÓS



Por: Miguel Olvera Caballero


Coscomatepec, Ver.- Los ataúdes son llevados en andas por familiares y amigos. El cortejo fúnebre avanza por más de 5 kilómetros al son de la música de viento. Les dan el último adiós, su silencio es la señal más clara de luto, que se contagia entre los curiosos, entre el mismo personal de la CFE que trabaja para restablecer el servicio de energía eléctrica.

Pie de foto:
COSCOMATEPEC, Ver.- Acompañados de música de viento, 
fueron llevados hasta el camposanto de Xaltenango los 
cuerpos de las personas que perdieron la vida al quedar 
sepultadas bajo toneladas de tierra.
El alcalde, Serafín González Saavedra se entrevista con las familias de los finados. Don Protasio Morales García observa a lo lejos el avance de los restos de sus 8 nietos, de su hija y nuera, toda una familia perdida en cuestión de segundos.

En punto de las 10:00 de la mañana parten hacia el panteón de Xaltenango, acompañados de cientos de personas, decenas de arreglos florales son subidos a las camionetas. Los féretros color café y blanco son el centro de atención de todos.

“Con el atardecer me iré de aquí me iré sin ti…” entonan los músicos. La mirada de los familiares es hacia el vacio, el dolor contenido se prepara para desbordarse al depositar los restos de sus parientes en su última morada. Retienen la última imagen del niño corriendo, de la madre saludando.

Pie de foto:
COSCOMATEPEC, Ver.- El cortejo fúnebre volvió al lugar de 
la desgracia, desfilando al lado de los restos de las casas, 
de enseres domésticos.
Esclavo y amo también es entonada por la banda, que se coloca a la cabeza del grupo de deudos. Aparecen los arreglos de nube, rosas blancas, anturios que intentan animar con su color un ambiente por demás triste. En la barranca aun permanecen los montones de ropa que ya nadie usará.

Pasan frente al banco de arena, más de uno gira la cabeza hacia arriba, como reclamando a la montaña que arrancó la vida de tajo a 13 personas, entre ellos ocho niños, bebes cuyos cuerpos destacan por los pequeños ataúdes color blanco. Los pies se llenan del mismo barro que el lunes los sepultó.

Al pasar el río, los cuerpos son bajados de las camionetas y comienza el ascenso hacia el campo santo. El llanto se apodera de más de uno. Quienes el martes luchaban por sacar sus cuerpos de entre toneladas de tierra retienen la frustración de no haber podido hacer más por ellos.

Les dan el último adiós, cerca de las 13:00 horas los ataúdes son bajados a sus tumbas, los colocan juntos, como el día que fueron encontrados abrazándose unos a otros, para intentar evitar a la muerte. Se cierra otro triste capítulo en la sierra de Coscomatepec, donde lo único que queda es el recuerdo del penoso rescate, la última sonrisa del bebé recién nacido, de la madre intentando desesperadamente salvar a su hijo, antes de también perder la vida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario