CELEBRAN A LA MORENITA DEL TEPEYAC

Por: Miguel Olvera Caballero

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Miles de peregrinos ascendieron al Cerrito de 

Guadalupe para festejar a la Morenita del Tepeyac.

Huatusco, Ver.- Ascienden por miles. Vestidos de inditos, los niños suben en brazos de sus padres. El Cerrito de Guadalupe cobra vida para festejar a la Morenita del Tepeyac.

Tan milagrosa es la virgen, que hasta un lisiado que no puede caminar sube al Cerrito para pedir una limosna. Los integrantes de los cuerpos de auxilio no bajan la guardia en caso que se registre un desmayado, un golpeado.

Es más de kilómetro y medio de camino hasta la cima del cerro el que recorren miles de peregrinos de Huatusco y sus alrededores. La mayoría se detiene a comprar agua, galletas, una “botana” para soportar el ascenso. Hasta nieve.

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Danzantes arribaron a la cima de la montaña para dedicar 

su baile a la Virgen de Guadalupe.

Los danzantes llegan exhaustos a la explanada, pero felices de haber logrado su meta. El número de visitantes es bajo comparado a años anteriores, cuando olas de gente se movían en la zona.

Al llegar al cerrito el visitante es bien recibido por ese olor inconfundible a grasa, a garnachas, carnitas, tacos, empanadas, dulces, nieves, tamales y un sinfín de antojitos más para recuperar los kilos perdidos en el ascenso.

Pie de foto:

La larga espera se tradujo en unos 

segundos frente a la Virgen de Guadalupe.

A la distancia se aprecia una joven cumpliendo una manda, avanza descalza a encontrarse con la Virgen de Guadalupe. Otros llegan con flores y esperan pacientemente para ingresar a la capilla. Una hora de espera para poder estar unos segundos frente a la Morenita del Tepeyac y felicitarla.

El párroco de San Antonio de Padua llega con una reducida comitiva al Cerrito para presidir la eucaristía solemne. Por el camino, el río de gente sigue creciendo conforme pasan las horas.

Llegada la noche, todo queda de nuevo en silencio, los puestos de comida se retiran. Los peregrinos retornan a sus hogares a descansar. La virgen vuelve a quedar solitaria en la cima de la montaña con la esperanza que el próximo año sus fieles devotos la vuelvan a visitar.