Por: Miguel Olvera Caballero
Pie de foto:
Familiares y amigos dieron el último adiós a la familia
Gilbón Delgado, fallecida en el derrumbe ocurrido el
sábado en Tamazolapa.
|
Coscomatepec, Ver.- “Sí tenemos
miedo, pero no tenemos dinero para irnos a vivir a otro lugar”, es la respuesta
que tantas veces repitió Virginia Delgado a quienes le preguntaban si no le
preocupaba tener su casa al lado de la montaña.
Este lunes, en medio de un ambiente de tristeza,
Virginia, junto con su esposo Agustín y su hijo Sebastián salen de la capilla
de San Pedro y San Pablo que tantas veces visitaron. Ya no tienen miedo, ni
vida. La montaña se las arrebató.
Es en el pequeño templo que domina el pueblo,
sencillo como sus habitantes, donde se reúnen decenas de personas para despedir
a la familia Gilbón Delgado, que fallecieron al quedar sepultados por la
avalancha provocada por Earl.
En punto de las 9:00 de la mañana inicia la misa de
cuerpo presente. El pequeño Lisandro permanece con la mirada extraviada. En
unos cuantos segundos perdió a sus padres y su hermano, que descansa en un
ataúd blanco.
Las autoridades por su parte, realizan otro
recorrido de supervisión en la zona de desastre. Miran hacia el cerro, como
retándolo, reclamando la afrenta que le costó la vida a tres personas.
Pasadas las 10:00 de la mañana el cortejo fúnebre inicia
su lento recorrido al campo santo. A su paso, más personas se forman por
inercia detrás de los féretros de la familia, que parte junta al más allá,
dejando atrás a uno de sus integrantes de apenas 8 años.
Muchos recuerdan a la familia Gilbón Delgado por su
hospitalidad, por recibir como familiar hasta al taxista que desde Córdoba,
trasladaba a sus parientes a esa lejana comunidad de Coscomatepec.
Entre los escombros de la casa se asoman aun ropa,
colchones, los trastes para cocinar que ya no usará doña Virginia, joven aun de
24 años. El patio donde dos hermanos apenas el viernes jugaban juntos, ya no
existe. Earl se los llevó.
No hay comentarios:
Publicar un comentario