Por:
Miguel Olvera Caballero
Tomatlán,
Veracruz.- Retumba el tambor romano, la sentencia está dictada. A paso lento
avanza Jesucristo condenado a muerte cargando su cruz. La madre no se separa
del hijo, rompe en llanto desconsolada. Es hora de revivir la pasión y muerte
de Cristo en Tomatlán.
Son
las 12:30 del día y Juan el Bautista aparece en escena,
"arrepiéntanse", repite a un público que tampoco lo escucha bajo sus
sombrillas y celulares, antes de ser detenido por ordenes de Herodes Antipas.
Momentos después, el gobernador ruega a Salome que baile para él. El precio es
la cabeza del predicador.
Entre
la gente se pierde el encapuchado de negro, que acompaña ahora a Judas
Iscariote, ahora al Nazareno. "Ese de negro es Satanás", aclara un
padre a su hijo. En escena, más de 70 actores reviven la pasión, crucifixión y
muerte de Jesús.
El
salvador, encarnado por Nestor Hernández Luna, es presentado ante el Sanedrín,
donde les afirma a los sumos sacerdotes que es rey. El sumo sacerdote rompe sus
vestiduras, "¡blasfemia!" afirma. El destino de Jesús esta sellado.
Después
de comparecer ante los sacerdotes, el Nazareno es presentado ante Poncio
Pilatos por segunda ocasión. Lo manda a azotar, 39 latigazos en total. Los
soldados desquitan su furia, lo flagelan, le ponen una corona de espinas y así
lo devuelven al gobernador romano.
Agotados
los recursos por salvarlo, Poncio Pilatos termina por lavarse las manos y
entrega a Cristo para que sea crucificado. Menos de 600 personas fungen como
espectadores, la mayoría, grabando con sus celulares, solo buscan una buena
foto.
Las
calles de Tomatlán se convierten en la antigua Jerusalén, en cuyas calles
empedradas el sentenciado cae una, dos, tres veces. La madre burla a los
soldados, desconsolada por ver a su hijo completamente flagelado.
A
lo largo de su camino aparece el Cirineo que lo ayuda a cargar la cruz, la
mujer que le limpia la sangre del rostro, mujeres que le ofrecen agua. A la
distancia, bajo el intenso sol, el espectro sigue al cortejo, como esperando
que Jesús desista, se rinda.
Arrepentido
por haber entregado a su maestro, Judas Iscariote decide ahorcarse. A paso
lento y casi sin fuerzas, llega el Nazareno al Gólgota, a cumplir su misión. Es
clavado en la cruz junto con dos ladrones.
El
reloj marca casi las 3:00 de la tarde y usando sus últimas fuerzas, le entrega
a Juan a María como madre, entrega su espíritu al padre y muere. Minutos
después es bajado de la cruz y entregado a su madre, que desconsolada, lo llora
a los pies de la cruz en que fue crucificado. Culmina la 51 representación del
Vía Crucis viviente en Tomatlán.