Por:
Miguel Olvera Caballero
Huatusco,
Ver.- Miguel Hidalgo y Costilla ostenta el título de padre de la patria. El
iniciador de la Guerra de Independencia, según la versión oficial, una guerra
que duró 11 largos años y costó miles de vidas. Después de 205 años de iniciada
la lucha, mucho cambió la historia de esos hechos, hasta el rostro y físico del
caudillo insurgente.
La
noche del 15 de septiembre, en la parroquia de Dolores, descubierta la conspiración
para derrocar al gobierno, el cura se vio forzado a adelantar el levantamiento
que estaba programado para octubre y en el que participaban a quienes hoy se
llama padres de la patria, Ignacio Allende, Juan Aldama, Miguel Domínguez, el
corregidor de Querétaro y su esposa, Josefa Ortiz de Domínguez, entre otros.
Era el inicio de una penosa guerra de donde nacería México.
Hidalgo
fue más que una enorme escultura y referencia de patriotismo mexicano, también
fue un jugador, amante de mujeres, rico hacendado y padre de dos hijos, como
confirman escritores como Paco Ignacio Taibo II.
MIGUEL HIDALGO, LA VERSIÓN OFICIAL
Miguel
Hidalgo y Costilla nació en Guanajuato en 1753. Considerado un patriota, fue un
sacerdote que trabajo en la población de Dolores para mejorar las condiciones
de sus feligreses. También se integró en los círculos que cuestionaban el
estatus colonial y conspiraban para derrocar al virrey español.
Fue
el segundo de cuatro hijos de don Cristóbal Hidalgo y Costilla, administrador
de la hacienda de San Diego Corralejo, y de doña Ana María Gallaga Mandarte.
Las haciendas, en la época de la Nueva
España, eran más grandes que un municipio.
En
Valladolid (actual Morelia) realizó sus estudios en el Colegio de San Nicolás;
marchó luego a la Ciudad de México para cursar estudios superiores. En 1773 se
graduó como bachiller en filosofía y teología, y obtuvo por oposición una
cátedra en el mismo Colegio de San Nicolás.
En
1778 fue ordenado sacerdote y ejerció en varias parroquias. De acuerdo a las citas
biográficas, hablaba seis lenguas (español, francés, italiano, tarasco, otomí y
náhuatl) y a su biblioteca empezaban a llegar las obras de autores franceses
entonces considerados contrarios a la religión y a la corona española.
Durante
los años siguientes realizó una brillante carrera académica que culminaría en
1790, cuando fue nombrado rector del Colegio de San Nicolás. En aquella misma
institución tendría como alumno a un joven despejado y voluntarioso, a un
discípulo ejemplar, José María Morelos.
El
cura llegó a Dolores en 1803, en sustitución de su hermano, también sacerdote y
se ocupó de ampliar el cultivo de viñas, de plantar moreras para la cría de
gusanos de seda y de fomentar la apicultura. Promovió asimismo los hornos de
ladrillos y una fábrica de loza, y animó a la construcción de tinas para
curtidores y otros talleres artesanos muy útiles para la prosperidad de la
población, lo que le valió el apoyo incondicional de los parroquianos.
Cuando
se desato la revolución, fue nombrado líder del alzamiento, que dirigió hasta
enero de 1811, cuando fue relevado del cargo por sus compañeros. El 21 de mayo
de 1811 fue capturado en las Norias de Acatita de Baján y fusilado la mañana
del 30 de julio de 1811.
EL LADO OSCURO DE HIDALGO
De
mediana estatura, cargado de espaldas y cabeza caída en el pecho, parecía más
viejo que sus 50 años y era moreno. Ese aspecto daba el cura Hidalgo, refieren varios
historiadores. Nada parecido al fortachón sacerdote empuñando el estandarte de
la Virgen de Guadalupe que no era tela, sino un cuadro de madera.
Eugenio
Aguirre, publicó en el marco de su obra “Hidalgo”, que mucho de lo relatado en
los libros de historia, la oficialista, está muy lejos de la realidad. El
norteamericano maestro masón Richard E. Chism en su “Historia masónica de
México”, inclusive argumenta que Miguel Hidalgo y Costilla, Ignacio Allende,
Miguel Domínguez corregidor de Querétaro y otros, respondían a un plan de
destruir la Nueva España en beneficio de Estados Unidos.
Hidalgo
se graduó del colegio de San Nicolás a los 17 años como bachiller en
letras con una beca de la Real y
Pontificia Universidad de México, donde se puso a estudiar Teología
escolástica. Sin embargo no pudo terminar su carrera porque tuvo riñas con sus
compañeros, que lo apodaban “el zorro” por su comportamiento astuto y sus ojos
color verde amarillento. Miguel Hidalgo fue expulsado del Colegio, aunque
perdonado más tarde, terminó sus cursos con las más altas calificaciones, lo
que le hizo recibir el honor de presentar su examen en la Pontificia de la
ciudad de México.
Para
1792, el cura Hidalgo era un gran empresario en todo tipo de inversiones pero
su pasión por el juego le llevó a contraer cuantiosas deudas, se enemistó con
el Cabildo de Valladolid y fue citado por el Tribunal de la Inquisición,
acusado de trato deshonesto con mujeres.
El
cura Hidalgo tuvo dos hijos con Josefa Quintana, a quien conoció y enamoró
después de llegar a la parroquia de San Felipe, en enero de 1973. Para
conquistarla, organizó un grupo de teatro, “El Tartufo” de Moliére.
Los
padres de Migue Hidalgo eran hacendados, lo que significaba que era un
sacerdote acaudalado que, como muchos, se vio afectado por las ambiciones de la
Corona española que, con "impuestos absurdos" los despojaba de sus
riquezas.
Su
actividad constante, su talento e inteligencia pero también su astucia, al
acercarse al Obispo de Michoacán, Don Antonio de San Miguel Islas, hizo que
este le concediera los beneficios de la rica parroquia de Santa Clara del Cobre,
con una renta de 500 ducados anuales; cantidad enorme para la época, lo que le permitió hacerse de las Haciendas
Jaripeo, Santa Rosa y San Nicolás. Después de esto su mira estaba puesta en ser
Obispo.
Hidalgo
nunca buscó la conspiración, ni la lucha insurgente, fueron los conspiradores
quienes lo convencieron de sumárseles al pensar que podría traer a la causa a los hombres ricos,
poderosos de la Nueva España que podían dar dinero y ejércitos que habían
formado en sus haciendas. Aun contra corriente, lidero una guerra que nunca
quiso, ganó batallas sin saber estrategia militar. Encendió la mecha de un
fuego que convirtió a México de una colonia, en nación.