Por: El Huatusqueño
Pasarela de funcionarios de Gobierno del estado se puede ver a diario en la
ciudad de Córdoba y demás municipios que integran el Distrito XVI de Córdoba,
como Fortín y Amatlán. Curiosamente, los titulares del Trabajo, Marco Antonio
Aguilar Yunes; el ex secretario particular del gobernador, Juan Manuel del
Castillo y otros más se la vive en la
ciudad de los 30 Caballeros (que creo ya no están porque salieron huyendo ante
el nivel de inseguridad), también al rector de la UTCV, Francisco Rangel
Cáceres, se le ve más en Córdoba que en el plantel que dirige. Aunque sus
argumentos son orientados al trabajo, instrucciones del gobernador y más, todos
saben de sobra que andan tras un hueso. Así, con lenguaje seco, pues mientras
ellos entregan apoyos a diestra y siniestra solo en estos municipios, otros
distritos que requieren más ayuda que Córdoba están en el abandono. Si tales
fueran las instrucciones de trabajo del gobernador, estarían en localidades
enlodándose y muriéndose de frío pero trabajando por el bien de Veracruz, no de
su bolsillo. En Córdoba parece ser que las preferencias electorales ya no
cuadrarán para el tricolor, luego del despilfarro de Juan Lavín, ex alcalde
cordobés, que no se puso traje de bufón cuando era presidente municipal porque
nadie se lo sugirió, basta recordar que hasta la cruz en semana santa cargó con
tal de salir en la portada de varios medios regionales, a los que mandó traer
para que lo fotografiaran. Aunque Francisco Portilla tenga las mejores
intenciones, tres años no bastan para componer una larga lista de pendientes
que dejó su antecesor, prueba de ese malestar ciudadano fermentado durante
varios años es que en las pasadas elecciones perdió el gobernador no solo la
entidad, sino la ciudad de donde es originario y su propia casilla. Fortín de
las Flores es historia aparte, pues Cesar Torrecillas, después de tanto rogar
porque le dieran chance de gobernar, reveló porque quería ser presidente
municipal. Deseaba saber que se sentía ser todo un “Playboy” organizando
fiestas privadas en su municipio y otras partes del estado con cargo al
erario público. En la región de Córdoba,
donde el gobernador perdió no solo el distrito y la ciudad, sino su propia
casilla, las cosas huelen a azul panista, prueba de que la gente empieza a
darse cuenta que “la fidelidad” y eso de “adelante” no se hizo pensando en el
pueblo.