Por:
Miguel Olvera Caballero
Coscomatepec,
Ver.- “Pude haber hecho más”, se culpa uno de los campesinos que en medio de la
noche intentó salvar a una familia de Tamazolapa. Con la mirada perdida,
Lisandro escucha hablar a los adultos, no asimila aun la pérdida de toda su
familia.
En
Tetlaxco, durante la madrugada, un taxista queda a un paso de caer al río, tras
colapsar el puente. En la zona de Atotonilco, en Calcahualco, surgen de repente
cascadas que hasta hace 24 horas no existían. La naturaleza reclama sus
territorios.
A
su paso por la zona, la tormenta tropical “Earl” deja pérdidas humanas, daños
materiales incuantificables. “Pudo haber sido peor de mantenerse como huracán”,
refieren rescatistas de Bomberos Municipales de Coscomatepec que cumplen más de
48 horas despiertos.
Los
pobladores de Tamazolapa se turnan para orar por sus muertos. Afuera sigue
lloviendo y las autoridades se mantienen alertas. En Chocamán, la Policía
Municipal supervisa los ríos de respuesta rápida y aunque no hay daños, no baja
la guardia.
Al
lugar llegan una tras otra camionetas llenas de gente que portan picos, palas,
reatas. Vienen de Tetelcingo. De la misma comunidad donde la gente apenas un
día antes quemó una patrulla, también hay quienes se solidarizan con el dolor
ajeno.
Junto
con el alcalde de Coscomatepec, las autoridades vuelven a exhortar a la gente
que vive en zona de riesgo a que se reubiquen o hagan uso del albergue al
menos. Los pobladores miran desde sus casas de madera construidas a los pies de
la montaña.
De nuevo, son las comunidades rurales quienes
pagan las facturas que cobra la madre naturaleza. Hoy a la lista de comunidades
como Calaquioco, Tecoac, Xilomichi se suma tristemente Tamazolapa.
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