Por: Miguel Olvera
Comapa, Ver. - Comapa es "El Lugar de Las Ollas". Es un lugar con historia, con turismo, pero también con historias diarias que contar.
Dos hermanitos paliduchos suben con un perro chihuahueño. Lo llevan al veterinario y de repente todos son expertos: dale leche con aceite; seguro está cambiando dientes; es el pelo.
A bordo de una camioneta doble cabina todo se convierte en un viaje de historia, de medicina y referencia de árboles genealógicos para ubicar de qué familia se proviene.
En estas unidades diseminadas por todos los rincones del distrito se puede viajar junto a la abuela o apretujado contra un carrito de helados.
Ataviado con botas cafés don Ignacio presume orgulloso sus 32 nietos y cuatro bisnietos. Todavía no llega a los 65 años como para pedir un apoyito, pero ya le falta poco.
El taxi avanza rumiando gasolina escoltado por matas de café a ambos lados. El olor a pulpa de café se siente ausente por el fin de la cosecha.
Todos comentan sobre el santo patrón del día: "Cuando está mirando para arriba es que está encomendandonos". Y todos religiosamente dicen "si es cierto". Fin de la discusión.
De repente se aparece frente a los pasajeros una cruz azul deslavada por el agua y el calor colocada a un costado de la carpeta asfáltica.
"Ahí se murió el enfermero, atendía bien, pero mire, ahí es donde se accidentó" y señalando presumen un atractivo más no oficial de Comapa.
Después de más de media hora de viaje todos se despiden como amigos añejos sin saber aún que historia les contarán en el camino de vuelta y que podrán contar al llegar a casa iniciando con un clásico "fijate que en el taxi...".
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