Coscomatepec, Ver.- En Coscomatepec desde hace 22 años está en marcha un ambicioso proyecto denominado Izcalli o “pozo de agua”, que busca ayudar al medio ambiente, pero también va por el aprovechamiento forestal sustentable.
Hugo González Saavedra invita a recorrer lo que es un área totalmente verde. Hace más de dos años se visitó este mismo lugar, pero muchos de sus inquilinos originales ya no están, tuvieron que ser talados después de que murieron al ser invadidos por un hongo.
“Lo que buscamos es que sean árboles que ayuden a la ecología, uno de los objetivos es el aprovechamiento forestal, otra es la explotación turística con la construcción de cabañas y la tercera y principal es apoyar al medio ambiente en su totalidad”, comenta el empresario coscomatepecano.
Es a 10 minutos a pie de la cabecera municipal donde se encuentra uno de los predios, donde el objetivo es que esté totalmente recuperado en pocos años y sea de beneficio para las futuras generaciones.
Hasta el momento, Izcalli cumple con dos de sus objetivos, garantizar la generación de agua y la explotación turística, al permitir a los turistas visitar un lugar donde se puede convivir con el medio ambiente.
La zona de Coscomatepec ha sido de las más golpeadas por la tala clandestina, pues durante años los taladores arrasaron con el Parque Nacional Pico de Orizaba sin que ninguna autoridad interviniera.
Para hacer frente al problema, Hugo González y sus familiares emprendieron la titánica tarea de sembrar 500 mil árboles en una superficie de 350 hectáreas distribuidas en varios predios de El Boquerón, Piedra Blanca, Ocopa, Tlacuiloloxtla, Zacatlapa y en San Nicolás Ixtayuca.
Entre las variedades sembradas se encuentran el Liquidambar, Cipres, Encinos y Acahuite, entre muchas otras. Uno de sus usos al crecer será la venta de su madera, aunque con un manejo sustentable de la misma, explica el encargado del proyecto.
Hasta hace poco, la extensión del predio más cercano a la cabecera municipal era tal que una persona fácilmente se podía perder entre tantos árboles de varios metros de altura marcialmente formados. Pero la naturaleza fue caprichosa y permitió la llegada de las plagas.
El año pasado las suradas tiraron cerca de 200 mil árboles, además que un hongo invadió los árboles que sobrevivieron, obligándolos a derribar una cantidad igual. Solo una quinta parte se salvó.
“Esos fenómenos para nosotros fueron algo catastrófico porque tuvimos dos eventos naturales que hicieron que se perdieran no meses, sino años de esfuerzo”, anotó González Saavedra.
Especialistas en el tema dieron a conocer que en el caso del pino Patula, la altura a que se debieron sembrar es por arriba de los 2 mil 500 metros sobre el nivel del mar, cuando en Coscomatepec no supera los mil 600 metros.
En el caso del proyecto Izcalli se cumple aquel dicho de que “quien siembra tamarindos no cosecha tamarindos”, pues para poder explotar la madera de esta reserva tendrán que pasar 20 años, es decir, más que un negocio, esta es una apuesta a favor del medio ambiente.
“Esto no es para nosotros, es para las futuras generaciones, es para nuestros hijos, para la gente que viene en camino y que el día del mañana nos va a preguntar que hicimos para cuidar y salvar al medio ambiente”, destaca el empresario coscomatepecano.
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