jueves, 29 de noviembre de 2012

LO QUE EL PRESIDENTE SE LLEVÓ



Por: Miguel Olvera Caballero

A unas horas de que Felipe Calderón Hinojosa entregue el poder y rinda protesta Enrique Peña Nieto como máximo Tlatoani por los próximos seis años, bien vale la pena recordar y agradecerle el boom en materia de empleos que hubo en su gobierno,  sobre todo bien pagados, eso no lo puede discutir nadie, pues gracias al raquítico valor del salario mínimo, la mala estrategia económica y el cierre de la frontera con Estados Unidos, muchos padres de familia y jóvenes estaban desempleados. Justo en ese momento al "presidente del empleo" se le ocurrió la brillante idea de declararle la guerra a un enemigo invisible, el narcotráfico, que en su búsqueda de soldados para enfrentar a la SSP federal, Sedena y Semar, contrató a todo los que pudo, fuera como "estacas", "halcones", "sicarios" y un sinfín de funciones más, incluidos lógicamente lavadores de dinero y abogados, cuyas vidas estaban aseguradas a no más de cinco años en el mejor de los casos, pero a cambio de exponer su vida, recibieron buenos salarios (algunos, no todos). Miles de vidas se perdieron en el camino a causa de un personaje que recuerda más a un niño jugando con soldaditos de plástico que a un presidente de la república, pero no se puede negar que dejó una buena relación con las fuerzas armadas, a las que aumentó el salario y compensaciones dependiendo la zona en que les tocara combatir, a los caídos se prometió el ascenso de rango bajo la modalidad post mortem, aunque en los hechos queda mucho a deber, sobre todo con los integrantes de la Policía Federal, que esta agonizando. Es momento de agradecer a este celebre presidente que me atrevería a comparar con el tristemente famoso Antonio López de Santa Anna, que teniendo ejércitos a su disposición perdió cada una de las batallas que libró en la guerra con los Estados Unidos y le costó a México la mitad del territorio. En nuestro caso 2006-2012 cierra con más de 100 mil caídos en enfrentamientos a lo largo del territorio nacional, sin contar los miles de desaparecidos, que aunque suena aventurado decirlo, es una realidad que la mayoría de esos desaparecidos fueron asesinados y enterrados en fosas clandestinas o "cocinados".
Miles nunca más verán la luz del día, a miles mas les arrebataron su inocencia demasiado temprano y tuvieron que sepultar a hermanos, padres, hijos, novios (as) simbólicamente porque nunca aparecerán. Hasta antes de Calderón existían los narcotraficantes que se dedicaban a eso, a la producción y venta de droga, no a secuestrar, robar, asesinar y muchas otras cosas que describirlas sería caer en amarillismo.
En especial quien estas líneas escribe le debe una emotiva despedida a Felipe Calderón pues gracias a él y su mal planteada estrategia varios amigos o conocidos de hace mucho tiempo ya dejaron de existir (perdón, están desaparecidos, que para el caso es lo mismo), otros tuvieron que irse del estado o ya supieron lo que se siente escuchar las ráfagas de tiros, explosiones y sintieron un escalofrió recorrer todo su cuerpo al ver grupos de sujetos armados a plena luz del día, o en especial, ser encañonado por los mismos cuerpos de seguridad cuyos integrantes- con justa razón hay que reconocerlo- desconfían de cualquiera que se acerca cuando realizan un operativo. Felipe Calderón Hinojosa deja también un vasto y exquisito vocabulario que nunca habíamos tenido los mexicanos, donde las palabras "levantón", "tablazos", "balacera", "cocinado", "sicario", "halcón", "ejecutado" y cientos más, ya son tan comunes que los niños las usan. En otra área, el casi ex presidente de México ofreció a los medios de comunicación cursos intensivos sobre balística y tácticas de guerra, para saber identificar un fusil AK-47, que de niños y aun jóvenes solo veíamos en las películas de Rambo, de un Galil, un R-15 y hasta los lanza granadas, la forma en que se monta un "operativo" y hasta cuantos soldados viajan en un camión o camioneta. Quedan pocas horas para que se vaya, afortunadamente, aunque nada garantiza que yéndose él, la masacre nacional acabará, pero al menos ya no estará presente con esa actitud necia de ganarle al narcotráfico a puro balazo. Bien hecho presidente, ya se ganó usted su página en los libros de historia al igual que Gustavo Díaz Ordan, que Luis Echeverría y Carlos Salinas de Gortari ¡Misión cumplida napoleoncito!.

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