Por: Miguel Olvera Caballero
Huatusco, Ver.- Avanzan con pies descalzos en medio
del fango. Creyentes hicieron una promesa a la virgen y en su día, le cumplen
con devoción. La larga espera en la fila termina con una sonrisa en el rostro.
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Pie de foto:
Niños vestidos de Juan Diego o inditas aparecieron
por cientos este viernes en el Cerrito de Guadalupe.
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Es 12 de diciembre y como cada año, el Cerrito de
Guadalupe cobra vida. Dulceros, floristas, vendedores de garnachas, pizza,
tacos, lo que se le antoje al hambriento peregrino se puede encontrar en el
camino. La mezcla de olores, por momentos es sofocante.
La lluvia del jueves no detiene a la masa compacta
integrada por miles y miles de jovenes, adultos, recien nacidos que son
llevados por la fe a la cima del cerrito. El sudor en el rostro y cansancio no
se hacen evidentes sino hasta el final.
“Hermanito peregrino una caridad”, externa un
imitador de minusvalido. Esta fecha es la oportunidad perfecta para
extorsionar, muchos alzan la vista como para confirmar que la virgen los mira y
entregan una moneda.
En la cima del Cerrito de Guadalupe chocan los
machetes, suena el tambor, danzan los negros de Huatusco y Puebla, que de esta
forma, celebran a la Virgen en su día. Los jóvenes en la capilla por momentos
se ven rebasados por la avalancha de personas que quieren llegar al altar.
Entre los ríos de gente se escabullen en los brazos
de sus padres pequeños Juan Diego o inditas, que son llevados en hombros por
sus ya agotados padres. Los vendedores están listos para ofrecer un pedazo de
sombra a cambio de la compra de cualquier tipo de botana.
La lluvia de rosas no se detiene en los nichos de la
virgen, rosas blancas, rojas o ramos de diversas flores son depositados. En las
faldas del cerro reposan mientras tanto familias enteras que ya cumplieron su
cometido, se dan tiempo para platicar.
Termina la misa solemne y todos se unen en un solo
grito de júbilo “¡Viva la Virgen de Guadalupe!”. El descenso de olas formadas
por cientos de personas inicia.
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