Cortesía de: Miguel Ángel Mauss
Un pueblo de 40 mil
habitantes, representado por su Alcalde y unas 800 personas, logró doblegar al
gobierno duartista.
Bastaron cinco horas
para que el Gobernador, Javier Duarte de Ochoa, llegara, rápidamente, a
intentar destrabar el bloqueo que, desde las 10:00 am, los pobladores
realizaban a la altura de la caseta de cobro de Fortín.
Su rostro endurecido
lo decía todo. Le indignaba que un alcalde indígena, tuviera el valor de
enfrentarlo y, prácticamente, retarlo cara a cara. Bonifacio Aguilar, alcalde
perredista, allegado a su pueblo, combatiente por su gente, no tembló ante la
presencia de Duarte, ni tampoco tuvo miedo a sus advertencias de desistir del
bloqueo.
"Si no hay
diálogo nos vamos", advirtió una y otra vez el alcalde tras la insistencia
del Gobernador de no conversar hasta que se liberaran los puntos bloqueados.
"No
liberaremos", fue la rebeldía de las casi 50 autoridades que acompañaban a
su alcalde a enfrentarse con el Gobernador y sus funcionarios.
Mientras las
discusiones altisonantes se desarrollaban en el Salón Central del Palacio de
Fortín, entre Gobierno del Estado y manifestantes, afuera, sobre la carretera,
más de cuatro mil automovilistas y transportistas sufrían las consecuencias de
la inutilidad de este Gobierno, incapaz de resolver, pero sobre todo, de
cumplir con promesas pactadas
Duarte enfureció más
cuando el Alcalde rechazó deshacer las autodefensas, formadas en esta población
a raíz de presencia del crimen organizado y del hartazgo ante tanta
criminalidad.
Doblegado, con pocas
opciones, Duarte decidió pagarle a 35 policías-que además serán elegidos por el
mismo pueblo, porque desconfían de los estatales-, quienes reforzarán con los
otros 20 policías la seguridad. "
La rebeldía de este
pueblo, que sí, causó molestias a miles, dejó una clara lección. Un pueblo
unido, cansado de la ineficacia, incompetencia y torpeza, de un Gobierno, puede
hacer temblar a más de uno…
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