Córdoba,
Ver. - Cráteres por todos lados. La gente se aglutina al otro lado de la calle.
Los autos pasan rosando a los peatones que casi vuelan para cruzar lo antes
posible y retirarse de la zona comercial de Córdoba.
No
es la balacera del día, es una obra en el centro de la
ciudad. En plena temporada decembrina la agonizante administración de Tomas
Ríos monta un atractivo extremo, el caminar por el centro de la ciudad.
Brincos, pruebas de equilibro y reflejos incluidas.
Las
avenidas 1 y 3 son intransitables, las calles 5, la 7, la 9. Hacia donde se
mire el panorama es igual. La gente queda a milímetros de ser arrollada por un
automóvil. Los obreros comen tranquilamente viendo el mar de gente como
espectadores en primera fila del accidente que vendrá.
En
horas pico el panorama se complica. Los niños arrastran sus mochilas que
tropiezan como carretas avanzando por la terrecería. Las religiosas de plano
sacan su mesa a la calle para vender artículos religiosos.
Los
agujeros hechos con un desconocido propósito son una trampa mortal difícil de
evitar. La postal decembrina del centro histórico se desvanece conforme se
avanza hacia la zona comercial.
Cuál
concurso todos se preguntan qué tipo de obra se ejecuta. Lo único que importa
es huir antes de caer en un cráter o ser arrastrado por un auto. Igual que si fuera una zona de guerra.
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