Por: Miguel Olvera Caballero
Huatusco, Ver.- Calaveras de azúcar, de
chocolate y de amaranto acompañan a la flor de muerto sobre las mesas decoradas
con papel picado. Adornan los altares que cada año miles de familias colocan
con motivo del Día de Todos Santos.
Los jóvenes prefieren las máscaras de
monstruos, brujas, casas del terror importadas desde Estados Unidos, en su
intento de estar “en la onda”. No importa desembolsar dinero extra en un disfraz,
el objetivo es no parecer anticuado.
Pie
de foto 1:
HUATUSCO, Ver.- Muestra de altares con
motivo de la fiesta
de Todos Santos en Huatusco.
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Nombrar el Halloween encoleriza a
cualquier investigador, historiador o cronista. Llámese Nahúm Genaro Solís
Heredia en Coscomatepec; Marcelino López Páez o Miguel Ángel Flores Rodríguez
en Huatusco, la reacción es la misma: malestar y tristeza. Los alebrijes
pareciera que han perdido su magia entre los niños. Los padres prefieren
vestirlos de calabazas, magos, draculas o frankestein (Prometeo moderno creado
por Mary Shelley).
Como cada año, en las escuelas, en los
ayuntamientos, entre familias se organiza la exposición de altares típicos,
ofrendas aztecas, de Oaxaca, Chiapas y otros estados de la república. El papel
picado con figura de calaveras bailando, cantando o riendo se multiplican.
Pie
de foto 2:
HUATUSCO, Ver.- Catrina, elemento
tradicional del Día de Muertos, que engalana con su porte y elegante vestimenta
una de las fiestas más importantes para los mexicanos.
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El altar de muertos contemporáneo deriva
de una serie de creencias, es el resultado de la combinación de las ideologías
religiosas prehispánicas, la cosmovisión de las culturas mesoamericanas y las
creencias religiosas europeas traídas por los exploradores, conquistadores y
misioneros encomendados a la exploración y saqueo de las Américas.
LA OFRENDA DE
MUERTOS EN HUATUSCO
El tlatonile es uno de los elementos
característicos de la ofrenda del Día de Muertos en Huatusco, anota Miguel
Ángel Flores Rodríguez, historiador de esta localidad, al igual que los tamales
de cozamalo.
"Esto explicaría también porque se
sigue ofreciendo en las ofrendas de Días de Muertos, ya que se considera a esta
fiesta como la más importante del pueblo mexicano", refuerza el reconocido
huatusqueño.
En estas fechas se acompaña con otra
exquisitez de la cocina huatusqueña, los tamales de cozamalo, que son de forma
redonda, pequeños y delgados y se preparan con masa de maíz, manteca y sal
envueltos en una hoja de forma alargada que lleva ese nombre y que le
transfiere al alimento su delicioso sabor y aroma, de manera tal que al
consumir el tlatonile se utilizan esos tamalitos y se prescinde de las
tortillas.
Pie
de foto 5:
HUATUSCO, Ver.- Miguel Ángel Flores Rodríguez,
historiador de Huatusco, exhorta a la ciudadanía
a rescatar y mantener
tradiciones y leyendas mexicanas.
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Marcelino López Páez, cronista de
Huatusco, al igual que Miguel Ángel Flores, argumentan que la propagación del
Halloween entre los niños y jóvenes son culpa de los maestros, quienes cumplen
con instalar ofrendas de Día de Muertos, pero también organizan concursos de
disfraces de monstruos, casas del terror.
LAS OFRENDAS,
PARA MANTENER CONTENTOS A LOS DIOSES
Dentro de las costumbres Aztecas, al
fallecer una persona, le doblaban las piernas en actitud de sentado, afirmaban
brazos y piernas atándolos firmemente. En un lienzo acabado de tejer ponían el
cuerpo al cual le ponían en la boca una bella pieza de jade que era el símbolo
de su corazón, tendría que darlo a los dioses en su camino a Mictlán, la
residencia de los muertos, enseguida cosían el lienzo con el cadáver dentro y
ataban encima un petate.
En una gran plaza alejada de propósito,
preparaban una pira funeraria y situaban encima el cadáver rodeado de las cosas
que poseyera en vida: su escudo, espada, etc. Para las culturas mesoamericanas
la muerte era solo una nueva forma de vida.
La viuda, la hermana o la madre
preparaba tortillas, frijoles y bebidas. Un sacerdote debía comprobar que no le
faltara nada y al fin prendían fuego y mientras las llamas ardían, los
familiares sentados aguardaban el fin, llorando y entonando tristes canciones.
Las cenizas al final, eran puestas en una urna junto con el jade.
En la época precolombina, se conocía el
altar de muertos con el nombre de TZOMPAMTLI celebraban este día a la diosa
COATLICUE (la madre de los dioses), la diosa que todo lo hace y lo deshace.
Colocaban un altar en forma de pirámide
el cual era cubierto con papel teñido de diferentes colores, en la primera
parte de este, colocaban una imagen de ella y en el segundo nivel; comida,
flores, y velas acompañadas con un incensario (copal).
En el tercer nivel se ponían velas y
flores en el piso, se hacia un camino de follaje, el cual se adornaba con
flores y velas en las orillas. Con la llegada de los españoles, llegó el
cristianismo, que describe al hombre como un ser integrado de cuerpo y alma,
por lo que los altares u ofrendad sufren alimentos de esta nueva religión cómo:
santos, Cristo, cruces y algunas frutas que no existían en América.
En México existen las catrinas, los
bailes como el Xantolo, las calaveras, las leyendas como la llorona, el nahual,
la mulata de Córdoba y un sinfín de tradiciones más, que son atractivas para
miles de turistas que llegan durante el 1 y 2 de noviembre, con el único fin de
ser parte de ellas.
A todos interesan, menos a los jóvenes,
que prefieren ser modernos, estar a la moda, aunque eso signifique participar
en una fiesta extranjera de la que nada saben.
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