Crónica
de una muerte a balazos
Por:
Miguel Olvera Caballero
Calcahualco, Ver.- Salvador queda varado a media carretera. La carroza que traslada su féretro a
su pueblo natal, Atotonilco, sufre una pinchadura. Ni muerto logra descansar.
La historia comienza la tarde del
miércoles, al encontrarse de frente con viejos rivales cuando viajaba en su
vehículo y ninguno quería ceder el paso al otro. La causa, una obra que realiza
el Ayuntamiento pero a paso lento.
Segundos después, una mentada y
ambos grupos continúan su camino como otras veces. En esta ocasión, Salvador no
perdona la afrenta y llega a su casa, de dónde saca un arma de fuego.
El calor sobre la carretera federal
a Xalapa es insoportable. Decenas de automovilistas pasan y les causa asombro
ver una carroza con la llanta volada. En su interior, un ataúd en cuyo
interior, yace el cuerpo frío de un joven asesinado por su propia arma.
En Calcahualco, horas antes,
Salvador y su hermano montan su motocicleta y van en busca de sus
contrincantes, envalentonado, el campesino armado acciona una pistola contra el
grupo de campesinos, pero la herramienta de muerte se rebela y se niega a
disparar más.
Es cuestión de un segundo. De
dos. Otro campesino en medio de su desesperación por no ser asesinado desarma
al atacante. Para su desgracia la pistola, esa fría mujer caprichosa, decide
ahora sí, hacer su trabajo, pero en contra de su dueño, que cae muerto.
Es la mañana del jueves y después
de permanecer en el anfiteatro, Salvador es sacado en un ataúd. Inicia su
camino de retorno a Atotonilco, pero su descanso está lejos de llegar, pues
antes de llegar a La Raya, la carroza sufre un desperfecto.
Así termina la vida del joven que
en su afán de cobrar venganza, termina varado a media carretera, ante la mirada
indiferente de cientos de automovilistas que no se detienen a ayudar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario